En mi visita al Museo Van Gogh, hubo un cuadro en especial que me llamó la atención. Un cuadro que en general pasa desapercibido ( quiero decir con esto que no es de esos que aparecen reproducidos por todos lados). No hacen ni postales ni reproducciones y en los libros tal vez esté en formato pequeño o en blanco y negro.
Es un a marina, pintada en 1888, en la época que vivía en Arlés.
Saint Maries de la Mer es un pueblo pesquero a orillas del mar Mediterráneo, hacia donde peregrinan todos los gitanos de Europa en honor a su patrona, Santa Sara. La repercusión de esta peregrinación llega hasta Arlés, a 30 km de Saint Maries, y Vincent atraído por esta gran movilización, emprende una larga caminata y llega a comienzos de junio de 1888. La playa le recordó a Holanda " La playa es de arena, acantilados y sin rocas - como Holanda - sin las dunas y con más azul". Allí realizó tres pinturas -" tengo que dejar mis tres estudios de pintura aquí porque no están lo suficiemtemente secas como para someterlas impunemente a 5 horas de sacudidas en un coche"- y una serie de dibujos que luego trasladaría al lienzo.
Esta pintura en particular, Barcas de pesca cerca de Saint Maries ( óleo sobre lienzo, 51x64 cm), me pareció maravillosa. Trabajada con esa pincelada pesada y cargada de materia. Sublimes toques de espátula ( uno especialmente encima de su firma), hacen la diferencia. Esos pequeños detalles, grandiosos en sí mismos, magnifican el cuadro.
Y ciertamente Vincent lo sabía, ya que su firma se luce en un rojo vibrante. Honor que sólo tienen las que él consideraba importantes.